LA ESCENA IBEROAMERICANA, ARGENTINA
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GENERANDO ESPACIOS. El teatro en el aula
Por Mabel González, María Novoa y Rosa Pietra

Para Jean Duvignaud, la creación social y la creación teatral integran una misma fuerza, la que empuja a los hombres y a los grupos al uso pleno de la libertad. Puede ser ésta una de las razones de la amplia difusión de la actividad teatral en todas sus formas, a través de talleres, cursos, muestras callejeras y hasta en los medios de transporte público.

Se han ganado nuevos espacios, no convencionales y también dentro de las instituciones. Es muy significativo que en el ámbito educativo la Reforma haya instalado la práctica teatral en la currícula desde los CBC (contenidos básicos comunes) del segundo ciclo, o sea, a partir de cuarto grado. Allí se indica “el reconocimiento y caracterización del hecho teatral a través de su signo: diálogo, personajes, conflictos, representación y espacio”. A partir del tercer ciclo (7°), se implementa la participación de los alumnos en “producciones de hechos teatrales, de animación sociocultural”.

Esta vuelta de tuerca podría resultar un recurso interesante para contrarrestar una situación desconcertante que se percibe hoy en algunas aulas, una suerte de saturación en los alumnos provocada por el bombardeo de imágenes del video y la TV. La práctica teatral, en cambio, ofrece la alternativa de la continuación del ejercicio del juego: el “play”, relación tan felizmente preservada en inglés, equivalente a la expresión “juego teatral”. Es probable que esta apertura contribuya a evitar las consecuencias que la falta de espacios donde expresarse trae a la sociedad en general, pero principalmente a los adolescentes. Sabemos de su desesperada búsqueda y de la terrible frustración que desencadena y que con frecuencia desemboca en la agresividad y la violencia. ¿No es acaso nuestra responsabilidad como adultos la de abrir las puertas hacia los jardines de la creación artística?

Francoise Dolto sostuvo que mediante el “lenguaje”, la “creatividad” bajo todas sus formas y la “convivencia”, pueden evitarse la violencia y el sufrimiento. Uno lo expresa, uno la juega, uno la pone en el escenario o en música en lugar de soportarla. La trampa, continúa Dolto, reside en que, cada vez más, uno tiende a consumir la cultura individualmente con su walkman, su televisión, sus historietas. O si no, cuando nos reagrupamos, es para consumir pasivamente. Si no hay comunicación, discusión acerca de lo que uno ha visto o escuchado, si no hay creación... realmente no vale la pena reagruparse.

Ciertamente, la práctica teatral en la escuela incidiría con fuerza en aspectos fundamentales a desarrollar en los jóvenes, tales como el ejercicio de la convivencia, la expresión de las dificultades, el acto de escuchar y de ponerse en el lugar del otro.

Para lograr esta transformación, solo hace falta atreverse a salir del “orden establecido” para institucionalizar el “desorden creativo”. Atreverse a hacer posibles nuevos aprendizajes en el ser humano desde el principio de su formación. Pero hablamos de una formación liberadora.

En la escuela, ha sido el área de Lengua y Literatura el lugar donde históricamente se ha dado cabida al género dramático, si bien se lo ha dejado un poco librado a su suerte; a una mala suerte, en general, por desconocimiento de los lenguajes específicos y de las técnicas de abordaje del hecho teatral. Es que el aprendizaje de estas técnicas no ha sido contemplado hasta ahora en las carreras de formación docente, lo cual genera conflicto a la hora de cumplir con lo prescripto en los Contenidos Básicos Comunes para el área: los docentes del país en los niveles comprometidos no han sido capacitados en el “know-how”, es decir, el cómo llevar estos nuevos contenidos a la práctica. En realidad, el ideal de trabajo implicaría la colaboración de los departamentos de Artes y Lenguas, pero la interdisciplinariedad es todavía entre nosotros solo un buen propósito.

Una experiencia
A pesar de que los profesores de las distintas Lenguas y de Literatura amamos el teatro y concurrimos a los espectáculos teatrales, muchas veces con nuestros propios alumnos, cuando trabajamos un texto teatral con ellos, solemos profundizar el análisis literario, olvidando, quizás por falta de competencia, la especificidad de la obra, la práctica teatral.

En una búsqueda orientada hacia la teatralidad, nos encontramos un grupo de profesores de Lenguas que cursamos la Maestría en Ciencias del Lenguaje dictada en el ámbito del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González desde 1989, en el marco de un acuerdo con la Universidad de Buenos Aires. La materia que nos convocó es Animación Sociocultural, que integra uno de los bloques de materias optativas y es la única organizada en dos cuatrimestres, uno para taller de teatro y otro para un taller de escritura, a cargo del director teatral Román Caracciolo y la Prof. Maite Alvarado respectivamente. La directora de la Maestría, la Prof. Elvira Arnoux, estableció como propósito de la materia “convertir los establecimientos educativos en centros de prácticas pedagógicas diversificadas a partir de agentes específicamente entrenados”.

En la cursada del módulo de teatro, la primera consigna fue delimitar el espacio potencial de lo que sería nuestro virtual escenario, sin artificios, a luz plena, ningún objeto escénico, solo la voluntad de transformar las cosas, de cargarlas de un significado nuevo, asignándoles valor. Luego, pasamos a escribir individualmente una escena. Todas nuestras producciones tomaron situaciones de la realidad cotidiana, política, laboral, las dificultades de los adolescentes. La estructura de las escenas fue críticamente analizada antes de ser representadas. Cada una de nosotras dirigió también su propia obra previo casting riguroso, entre los integrantes del grupo. O sea, nos ejercitamos en cada una de las funciones de los teatristas, desde la autoría de las escenas, la actuación y la dirección de las mismas, todo bajo la supervisión de nuestro profesor.

Aprendimos que las escenas están constituidas por unidades, que es fundamental marcar qué acciones desarrollan los personajes en cada una de ellas, qué fuerzas se opondrán o aliarán para lograr un propósito, que para caracterizar las acciones se usan adverbios de modo (un personaje puede agredir “abiertamente” o “sutilmente”). Nos quedó muy claro que el teatro es fundamentalmente acción de la cual emergen las palabras, a las que se suman los signos que completarán el significado: el vestuario, la escenografía y demás elementos. Las circunstancias se adecuarán a lo que se desee comunicar a partir de la conceptualización del director.

Los participantes del taller realizamos distintas primeras experiencias en nuestros respectivos ámbitos de trabajo, orientadas de acuerdo con las pautas del esquema de situación que presupone un conflicto originado en el choque de dos fuerzas antagónicas.

Por ejemplo, ya desde el nivel inicial, en el Jardín No. 4 de Lanús, Crecer Jugando, se escenificó el enfrentamiento entre una “bruja” y un “fantasma”, dentro del proyecto áulico “Nos reímos de nuestros miedos”, en el cual los chicos primero investigaron los personajes que les producen temor. A partir de allí, crearon títeres de su propia estatura con material de descarte para luego representar la situación que originó el choque de intereses. Los chicos, entregados a su acción, recrearon su entorno superando las limitaciones que les imponía la realidad. Aprendieron desarrollando el juego dramático, vía natural por la cual, desde los primeros años, se tiene la posibilidad de canalizar intereses, necesidades, de elaborar conflictos que se les presentan como sujetos inmersos en un mundo cultural.

En el Instituto Medalla Milagrosa de Capital, los alumnos de 4° Año leyeron “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca. Analizaron las escenas determinando las acciones que las sustentan. Al despojar a la obra de sus circunstancias características, establecieron relaciones con la vida cotidiana. Eligieron una de las escenas para ser representada, en una primera instancia solo a nivel gestual. Una vez definida la acción, determinaron la circunstancia, a la que incorporaron el texto.

En un primer año del Polimodal de un colegio en San Isidro se trabajó de la siguiente manera: para empezar, simplemente se les pidió a los alumnos que escribieran una escena. Lo hicieron animadamente, organizados en grupos, sin haber recibido ninguna otra consigna específica. Los resultados fueron simpáticos pero confusos. Más tarde, asistieron a una representación teatral, con una puesta de avanzada de escenas claves tomadas de obras de Shakespeare: “Romeo y Julieta”, “Hamlet” y “Macbeth”, leídas y discutidas previamente en clase. El acercamiento al teatro fue un éxito. La siguiente estrategia consistió en analizar las escenas vistas desde el punto de vista de la acción de fuerzas antagónicas. Las conclusiones fueron significativas. Luego, reintentaron la escritura.

Conclusiones
Todas estas experiencias resultaron muy motivantes para nuestros alumnos, lo que hoy en día puede considerarse un logro pedagógico crucial. Se viabilizaron nuevos aprendizajes y a la vez se los inició en el desarrollo del gusto por el hecho teatral, contribuyendo a la formación de futuros espectadores informados y activos, con la posibilidad siempre latente de llegar hasta el despertar de vocaciones.

Las docentes involucradas sentimos la inmensa gratificación de la respuesta positiva generada por un trabajo que alejó a los chicos de lo previsible, que los estimuló en el desarrollo de sus potencialidales, liberándolos de la rutinarias prácticas educativas. Jugaron, relacionaron teatro y vida, ejercitaron el lenguaje, disfrutaron con el uso de la palabra, practicaron el diálogo y la convivencia, pero fundamentalmente se expresaron, fueron libres desde el mejor marco posible, el artístico.

Como integrantes del taller, desde las entrañas mismas del viejo edificio del Colegio Mariano Moreno, donde hasta ahora ha funcionado el ISP Joaquín V. Gonzalez, de larga trayectoria en la formación docente, comprobamos que la teatralidad podía instalarse en un aula y vibramos con su intensidad. En nosotras, ha habido una transformación y queremos ayudar a nuestros alumnos a transformarse para poder vivir vidas más respirables, que aprendan a dar a sus emociones, a su angustia por el crecimiento, al desconsuelo por sus dificultades, a su agresividad, a sus miedos, la oportunidad de convertirse en acción, en creación.


MABEL GONZÁLEZ. Profesora de Castellano, Literatura y Latín. Actualmente ejerce en el Instituto Medalla Milagrosa y en la Escuela de Comercio N°6 América, de Capital. Integra el equipo de investigación del proyecto “Lenguas en Contacto: Hacia una didáctica integradora” del ISP Joaquín V. González.

MARÍA D. NOVOA. Profesora de Letras egresada del Profesorado del Verbo Divino de Rafael Calzada. Directora del Jardín de Infantes Municipal N°4 Crecer jugando de Lanús Este.

ROSA PIETRA. Profesora Superior en Inglés ISP Joaquín V. González. Actualmente se desempeña en el nivel terciario del Profesorado en Inglés del Centro Cultural Italiano. Integra el equipo de investigación del ISP Joaquín V. González.

 
 
Teatro CELCIT
AÑO 10. NÚMERO 17-18. ISSN 1851- 023X